viernes, 15 de agosto de 2008


Valle de Chalco, Estado de México. Reportaje Especial. A un año de que salió libre del Reclusorio Norte del Distrito Federal, el Activista Pro Derechos Humanos, Ulises Vladimir González Bravo, estudiante de la carrera de Filosofía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, el día de hoy es reivindicado con honor por sus compañeros, porque sabemos que fue acusado injustamente después de ser detenido por policías preventivos del Distrito Federal solo por llevar el pelo corto y una sudadera de color rojo con pantalón de mezclilla. El pago de esta cruel pesadilla: dos despensas y $5,000 (Cinco Mil Pesos) que les dan a los policías por las consignaciones que hacen. Un joven callado, respetuoso, sencillo, con alma de un niño, conocido en la comunidad y el medio por su sencillez.

A un año de vivir esta pesadilla entrevistamos al compañero Ulises Vladimir quien recuerda: “-Ese 28 de abril no lo podré olvidar por dos cosas: yo era el encargado de coordinar los apoyos para el Centro Latinoamericano Pro Calidad de Vida y Derechos Humanos en Valle de Chalco, en donde teníamos programado para ese día un gran evento masivo organizado por mi hermano, el Lic. Eric González, Presidente del C.L. y varios coordinadores del Programa (en donde se invitó a las autoridades) asistiendo Regidores y el Director de la Policía Municipal, evento que estuvo multiconcurrido. Después de terminar el evento alrededor de las 18:30 horas, partí de Valle de Chalco en compañía de tres Coordinadores del C.L. con dirección al Distrito Federal; vestía una sudadera color roja, playera blanca y pantalón de mezclilla porque de esa forma nos vestimos para el evento Pro Derechos de los Niños. Me dirigía al Foro Alicia ya que quedé de verme con un primo para que me presentara a un grupo de música ska para realizar un evento de prevención a las adicciones en Ciudad Nezahualcóyotl-“.

“-Como a las 8:30 P.M. al llegar al metro Niños Héroes caminamos hacia un parque cercano pero yo me retrasé de los Coordinadores porque hablé en un teléfono público a mi primo para avisarle que ya habíamos llegado; al alcanzar a los compañeros a la altura de Radio Monitor, se me emparejó una patrulla del Sector Roma con dos patrulleros abordo. Se me quedaron mirando, se bajaron y me subieron a empujones. Yo alegaba que de qué me acusaban, que por qué me subían y ellos decían –ahorita vas a ver de qué te acusan cabrón-; desesperado buscaba a mis compañeros que se habían dirigido al parque”.

“Me llevaron a un costado de un parque cercano; ahí estaba un joven como de 20 años que vestía una camisa roja y pantalón de mezclilla y otro joven que lo acusaba de que lo acababan de robar y cuando la patrulla que me llevaba arribó al lugar, uno de los patrulleros se bajó y le dijo a la persona que la habían robado –ahí traemos al otro que le robó-. De ahí todo fue rápido: me llevaron al Ministerio Público de la Colonia Roma; no me dejaron carearme con la persona que me acusaba; él nunca me miró; y me metieron a los separos. No me enteré de nada hasta las 11:00 de la noche aproximadamente, cuando un policía judicial me permitió llamar a mi hermano y a los compañeros. Ellos llegaron como a las 12:00 pero poco fue lo que pudieron hacer, ya todo estaba debidamente cuadrado: me acusaron de robo con violencia a transeúnte (delito grave que no alcanzaba fianza). Al siguiente día realicé mi declaración. Para este momento todos los compañeros me demostraron su solidaridad porque desde la noche estuvieron llegando, hasta el punto que ya no cabían en la Agencia del MP; posteriormente se apresuraron a trasladarme al Reno”.

“Cerca de cuatro meses se llevó el proceso. La otra persona si había cometido el robo en compañía de otro individuo con sudadera roja como la mía y pantalón de mezclilla y estaba ‘pelón’; ese fue mi gran pecado: mi apariencia física. Fue como una maquiavélica pesadilla, entré a un submundo pero aún ahí la luz brilló. Los demás internos me preguntaron por qué llegué; viví la dureza de una cárcel y la desesperación por no saber de mi futuro y un dolor enorme porque sabía que era inocente. Con los días muchos internos comprendieron mi desgracia y dejaron de molestarme; por el contrario me decían –niño, no te preocupes, tú te vas pronto-. En cada audiencia me sentí apoyado porque estaba toda mi familia y lo que me sorprendió fue que todos mis amigos y compañeros de la Universidad Plantel San Lorenzo llegaban a apoyarme. También mis maestros y asesores; el Rector mandó una carta al juez para respaldar mi conducta. Cada día llegaban más y diferentes personas preocupadas por mi situación; del estado de Chiapas llegaron personas de la Procuraduría; algunos M.P. Federales y un Secretario de Juzgado Federal (que por obvias razones omito su nombre) se interesaron por mi caso y todos coincidieron: que me la habían cuadrado muy bien, que no tenía elementos para salir absuelto. Vecinos y colegas activistas me acompañaban en cada audiencia pero hasta alcancé a escuchar como el Secretario les decía a sus compañeros –mira, otra vez se trajeron a toda la asociación-, y le decía: pero ha de ser grande porque siempre vienen diferentes. El día de hoy cuando me acuerdo me dan ganas de llorar”.

“Es justo hacer un reconocimiento a los Licenciados Juan Roberto Ramos García, hábil, distinguido y aguerrido penalista; a la Licenciada Tania Berenice Nievez Mendoza; y al buffet Jurídico Pérez Amaya y Asociados al cual pertenece mi hermano Eric González Bravo, los cuales en todo momento me apoyaron. Cabe hacer mención que los abogados de la persona que era mi causa dijeron que convenía darse por confesos y mis abogados me consultaron pero a pesar de la desesperación les dije que peleáramos hasta el último y si aún así resultaba perjudicado, iba a caer luchando”.

“No me distingo por ser muy aguerrido pero en esos momentos el coraje me invadía y la impotencia me daba fuerzas; la persona que era mi causa no levantaba su cara y no me miraba de frente. Él sabía que en gran parte él era culpable de mi desgracia porque él y otro si había robado. En la cárcel festejé mi cumpleaños número 19. Me dolía ver a mi familia tan acabada, a veces en mi desesperación me preguntaba ¿por qué a mí? y algo en mi interior me contestaba ¿Y por qué a ti no?. Valoré mi vida, mi familia y la causa que defiendo porque me dí cuenta de las injusticias que se viven día a día; en cómo las violaciones a los Derechos Humanos se dan y pocas veces se puede salir bien librado cuando el Estado se propone acabarte. No soy el más valiente pero luché en compañía de los míos, de los compañeros y amigos del Centro Latinoamericano aún cuando sabíamos que no era probable vencer”.

“Me sentenciaron a dos años cuatro meses y me conmutaron la pena. Pude salir a los cuatro meses de proceso; el día de hoy sigo firmando en Santa Martha y lo único que quisiera es que algún día se conozca la verdad y que mi inocencia sea reconocida. El tiempo no se puede regresar, tengo anhelos, me gusta practicar con un saxofón que tengo. No sé tocar pero cada vez que practico siento que estoy vivo, que vale la pena luchar por la vida, por la libertad, por la igualdad y la fraternidad. El día de hoy digo ‘también soy humano’. Sueño, sufro y tengo derechos; sé que el Juez me condenó: no lo culpo. Analizo lo que el papel frío decía, esa es su gran labor, pero ahora repito lo que un día Galileo Galilei dijo cuando fue condenado injustamente por una corte religiosa oscurantista y bajo el temor de ser quemado vivo lo obligaron a retractarse; dijo ‘-Pero sin embargo se mueve’-. Yo comparo: resulté culpable por la política criminal de nuestro tiempo pero sin embargo soy inocente”.

“A todos los encarcelados injustamente y a sus familias les mando un fraternal saludo y recuerden que aún en la oscuridad existe la luz; luchen que un día su verdad será conocida”.

“Gracias, no tengo palabras pero mi corazón y mis pensamientos son para Ustedes. A todos los compañeros activistas; a mis amigos de la Universidad de la Ciudad de México Plantel San Lorenzo Tezonco; a mis vecinos; a mis maestros, asesores; familia y amigos: los tengo en mi corazón; a los licenciados Juan Roberto Ramos García, Tania Berenice Nievez Mendoza, Sergio Ceteotl Pérez Amaya Jiménez y a todos los integrantes del bufet Jurídico Pérez Amaya y Asociados”.


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centrolatinoeric@hotmail.com Para Ulises.